Hoy, en Psicoexpresarte al desnudo, te invito a que hablemos de nuestras heridas.
Seamos claros, por mucho que nuestra infancia, de una forma u otra, haya tenido momentos maravillosos, te aseguro que en ella tenemos heridas de infancia, unas más fuertes que otras, que aún nos pueden afectar hoy, luego de tantos años.
Pero, ¿qué es una herida de la infancia?
Las heridas de la infancia son experiencias emocionales que ocurrieron en nuestra niñez y pudieron ser más o menos traumáticas que otras. En cada uno de nosotros, estas heridas afectan de manera diferente, pudiendo ser superadas con el tiempo u olvidadas. Sin embargo, aún pueden afectarnos hoy en día de manera general.
Las heridas más comunes de nuestra infancia suelen ser:
- 1-Bullying.
- 2-Abuso emocional, físico o sexual.
- 3-Abandono y pérdida.
- 4-Problemas familiares y divorcios.
- 5-Patrones de conducta violenta.
La más común o aceptada es el bullying, ya que es la que más se concientiza o de la que más se habla. Esta nos puede dejar como herida una baja autoestima, problemas de confianza y falta de amor propio.
Estas heridas son una maldición, te lo aseguro, porque son las que no se ven, son invisibles y solo están guardadas en nuestro inconsciente. Se pueden llegar a proyectar en nuestra vida cotidiana sin que nos demos cuenta, en la relación con uno mismo o con los demás, en el trabajo o en la copia de conductas aprendidas, es decir, haciendo lo que nos hicieron porque eso fue lo que aprendimos.
Es muy, muy importante sanar estas heridas para tener una salud mental estable. Pero, ¿qué pasa si yo estoy bien? ¿Cómo voy a sanar una herida que no veo y que no me afecta en mi rutina?
Que esta herida sea invisible no quiere decir que no nos duela o que no sea visible la cicatriz. Esta se hace tangible en nuestros sueños o pesadillas, por así decirlo. En nuestras sombras, ¿recuerdas lo que hablamos anteriormente en el reel sobre nuestro lado oscuro?
Sí, nuestras heridas forman parte de nuestras sombras y solo salen a la luz cuando hacemos clic con algo que no sabemos pero nos duele.
Vale, vale. Ahora, supongamos que quieres sanar esa herida invisible. ¿Cómo lo hacemos?
Sonará sencillo, pero desde ya te digo que debes estar bien dispuesto/a a hacerlo y al autodescubrimiento.
Estos son los pasos básicos:
La autorreflexión.
Mirar hacia atrás nos ayudará a empezar a entender qué es lo que nos sucede o por qué nos sucede esto.
Pero, ojo, muchas veces podremos ver al pasado y no encontrar nada. Qué rabia intentar y no verlo. ¿Por qué sucede?
Cuando vivimos experiencias traumáticas, nuestro cerebro actúa como un protector y bloquea el suceso para que el dolor no sea tan intenso. Un ejemplo claro es cuando sufrimos un abuso sexual, por ejemplo. Este evento puede llegar a ser tan traumático que nuestro cerebro bloquea los hechos.
Otro ejemplo claro puede ser la violencia doméstica. Aunque no haya sido abusada hacia nosotros, si la vimos en nuestros padres, podemos bloquear esos sucesos y ver las conductas de nuestros padres desde otra perspectiva.
Esto es una de tantas razones por las cuales ver al pasado puede llegar a ser bastante difícil. Lo importante es estar dispuesto/a.
2. Aceptar que tenemos una herida es importante para empezar a sanar. Por lo tanto, no te sientas mal o culpable por aceptar que tuviste un suceso traumático. Ya sucedió; lo importante es el ahora.
3. Permítete siempre sentir y explorar tus emociones. El autocuidado es importante, por lo cual siempre piensa en ti como prioridad. Practica la autocompasión, perdónate y perdona, sé resiliente y piensa en tu bienestar
Las heridas de la infancia son muy fuertes, pero también son muy importantes de sanar. Pon en práctica estos pasos, y si aún te cuesta, agenda tu orientación emocional con Psicoexpresarte en nuestra página web o redes sociales:
@psicoexpresarte.
Brisleidy Montoya
Psicologa
FPV 12.110
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